¿Y fue por este río de sueñera y de barro que las proas vinieron a fundarme la patria?, se preguntaba Jorge Luis Borges en su emotivo poema “Fundación mitológica de Buenos Aires”, en el que también recuerda que “Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron / por un mar que tenia cinco lunas de anchura /  y aun estaba poblado de sirenas y endriagos / y de piedras imanes que enloquecen la brújula”, para terminar reflexionando “A mi se me hace cuento que empezó Buenos Aires: La juzgo tan eterna como el agua y como el aire.”Pero el tópico “los argentinos descendemos de los barcos” enraizó en el imaginario popular. Y lo cierto es que en las últimas décadas del siglo XIX la clase dominante en Argentina decide fomentar el ingreso masivo de inmigrantes provenientes de Europa con la idea de que “gobernar es poblar”. Por casi cien años, con altibajos, millones de hombres y mujeres arribaron al puerto de Buenos Aires con la esperanza de encontrar un futuro para ellos y sus hijos, nacidos o por nacer, en la tierra de promisión que les abría las puertas. En 1949 se decreta el Día del Inmigrante, a celebrarse cada 4 de Septiembre en homenaje a quienes colaboraron con su esfuerzo al progreso de este gran país. La fecha recuerda cuando en 1812 el primer Triunvirato firmó un decreto que decía.”…el gobierno ofrece su inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias que deseen fijar su domicilio en el territorio (…)”. La Constitución de 1853 ya en su prologo reitera la idea al hacer referencia a “todos los habitantes del mundo que quieran habitar el suelo argentino”, y en el articulo 25 apunta que “el Gobierno Federal fomentara la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias e introducir y enseñar las ciencias y las artes”. Entre 1862 y 1880 los presidentes Mitre, Sarmiento y Avellaneda fomentaron la inmigración masiva. De todas maneras, si bien se ofrecían facilidades para el ingreso, la ley de colonización de 1876,  no les garantizaba la posesión de la tierra. Uno de los primeros, sino el primero, de los intentos por traer contingentes de inmigrantes se produce en 1855, en tiempos de Urquiza, cuando el medico francés Brougnes firma un contrato con el gobierno de Corrientes comprometiéndose a traer 1000 familias de agricultores europeos en el plazo de 10 años. La mayoría de los inmigrantes abandonaba su patria ignorando las características del lugar de destino, por ello este verdadero aluvión inmigratorio constituye una singular epopeya en la historia de la humanidad. Tal vez por la imposibilidad de tener tierra propia, estos desterrados que venían de sufrir en sistemas feudales propios de la Edad Media prefieren instalarse en las grandes ciudades y zonas suburbanas. Pero en todos los casos, como obreros de fabricas ,en el sector servicios, o ejerciendo el comercio, su fuerza de voluntad, sacrificio y creatividad, así como su capacidad de adaptación a las costumbres del país de acogida, donde casi todos fijaron radicación definitiva,  hicieron que su presencia fuera importantísima para el progreso del país. Le robo unas líneas publicadas por la amiga Carmen Graña (¿tendrá algo que ver con aquel intrépido gallego rey de los jíbaros?) Barreiro, de una niña emigrante a su abuelo: “(…) Querido abuelo, no sabes cuanto los extraño. El viaje en barco fue horrible. Resulta que mama se enfermo de lo que llaman mal de mar, así que yo anduve sola de aquí para allá los 15 días (…) Por poco morimos todos en una tormenta en la que las olas saltaban por encima del barco. Yo tenia mucho miedo, también por mama porque cuando la llevaron a la enfermería lloraba y decía que se iba a morir y que iban a tirar su cuerpo al mar (…) Los médicos me dijeron que no me preocupara, que iba a estar bien, pero yo mucho no les creía. A los niños nadie les dice la verdad (…). Escribir es una huida hacia las estrellas. Es hacer magia con las letras en la punta de los dedos, como cuando acaricias. Es soñar que las palabras son gomas de borrar la tristeza. Por eso, con poco más de diez años yo intentaba un pase de magia escribiéndole al abuelo Joaquín para contarle mis pesares de niña recién emigrada. En esta primera carta cabalga mi letra menuda y esforzada a caballo de las arrugas del tiempo. Quejas y lamentos navegando hacia ninguna parte…”. No todas fueron rosas en aquellas travesías hacia lo desconocido. Carmen, como buena escritora, sabe transmitirnos la angustia, la incertidumbre que muchas veces invadía a los emigrantes que decidían cruzar el Océano sin imaginar que muchos de sus descendientes, un día aciago, iniciarían un viaje inverso buscando a su vez un futuro incierto en una Europa nuevamente en crisis.

Por el editor

Manuel Corral Vide, (1952, Espandariz, Lugo, Galicia. España), escritor, periodista y chef gallego radicado en Argentina. En 2014, la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lo declaró “Personalidad destacada en el ámbito de la cultura”. Emigrado, comienza muy joven a desarrollar una intensa actividad cultural en los campos de las artes plásticas, la literatura, la música, el periodismo y la gastronomia. Creador y chef del mítico restaurante Morriña en Buenos Aires. Escribe en distintos medios, tambien en TV y radio. Desde 2004 conduce, con la participación de Carlos Allo, el programa radial Consentidos. Libros publicados: Nuestro Poema, 1971, poesía, ESC ediciones, Buenos Aires. Brisas de Hospital, 1972, cuentos, ESC ediciones, Buenos Aires. Al pie de la calle, poesía, 1978, Bogota. Fiebre Clandestina, 1998, poesía, Ediciones Tridente, Buenos Aires. La tierra en la piel, 2004, poesía (edición bilingüe), Xunt.ar Ed. Buenos Aires. Gran libro de la cocina española, capítulo cocina gallega, Clarín 50 Grandes restaurantes, sus mejores recetas, Clarín Cocina para Consentidos I, recetas e historias, Editorial Cuatro Vientos Cocina Celta, recetas & leyendas, 2006, Editorial Lea Cocina gallega con un toque porteño, 2016, Ediciones Betanzos El Fin de la Cocina*, ensayo, 2016, Buenos Aires (Declarado de interés cultural por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires) Crónicas y Recetas, 2017, Editorial Alborada.

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